Simplicius Simplicissimus
De la cordura a la locura hay un paso
Acerca
del barroco alemán
La obra Simplicius Simplicissimus se encuentra ubicada en la época barroca
alemana donde la literatura tuvo ciertas diferencias con las manifestaciones
del resto de Europa. Su aplicación a otras artes la conocemos a través de
músicos célebres como Johann Sebastian Bach, Johann Pachelbel, Händel, entre
otros, por el uso de la exageración, retorcimiento y contraste, pero en las
letras no ocurre lo mismo. Los alemanes sentien agotadas sus fuentes
nacionales, por lo tanto introdujeron a su cultura el verso alejandrino, el
soneto, la novela picaresca y la pastoril. Alemania se ve acorralada en una guerra
que dura treinta años (1618-1648), y que en la producción literaria tiene gran
impacto, pues el acento de desolación y la presencia de guerra se hallan en
la mayoría de las obras literarias.
Los
literatos cuentan con un mecenazgo principesco, por lo cual, toda la
producción está dirigida a gente de la nobleza. Cabe mencionar que gracias a
la herencia humanista se siguen manteniendo aspectos como el respeto por la
erudición, la norma retórica y el convencimiento de que la poesía se puede
aprender mediante reglas. Entre los autores más destacados se encuentran:
Martin Optiz, quien introduce el verso alejandrino y se da a la tarea de
elaborar normas “según las cuales se
movió sumisamente la poesía alemana durante casi un siglo y medio”[1];
Andreas Gryphius es el más grande dramaturgo de su época, su aportación es la
elaboración de un teatro moderno; Hans Jakob Christoffel von Grimmelshausen[2],
el más grande novelista alemán, autor de Simplicius
Simplicissimus, obra que trataremos a continuación.
Una
mirada hacia la obra y el autor
La obra es difícil de encasillar, ya que
podría caber en el género de novela picaresca, didáctica, moralizante o incluso
como una obra autobiográfica. Todos estos elementos los contiene la novela, la
cual se convierte en todas y ninguna. Es importante aclarar que la literatura
española tiene gran influencia en el autor[3], como se verá en la estructura de la misma,
constituida por cinco partes (libros), siguiendo el canon de la novela
picaresca. La obra nos narra la vida de un antihéroe, pero más que nada, una
aventura del alma. Asimismo la época que vive su país va ser escenario de toda
la novela, y se debe a que Grimmelshausen, se ve obligado a formar parte del ejército
desde joven, por lo tanto, se encuentran varias escenas autobiográficas
representadas por Simplicius.
Esta
obra tiene un rotundo éxito en su tiempo, y es lo que le ha valido su conservación. La empatía que tiene con el pueblo es gracias al
lenguaje utilizado por el autor, quien acude a términos y formas de hablar de
la gente del pueblo, del campo, etc. Se debe principalmente a que
Grimmelshausen nace y vive en el campo, además de ilustrar una época en la
que la guerra domina a Alemania. Se ha llegado a considerar a Simplicius como
un segundo Parsifal. “Afirmación y negación, gusto barroco por lo descriptivo,
y una antítesis en lo vital y en lo estilístico hacen de esta novela el mejor
cuadro de la época y, en su aspiración a la trascendencia, una de las más
hondas de la literatura alemana”[4].
Sobre la “locura” en Simplicius.
La vida de Simplicius se narra a la par
que la de la guerra que respira su autor, por lo tanto, así como en la guerra, el
libro tiene ese aire de incertidumbre, aventura y al mismo tiempo de
desolación, mismas que el personaje principal vivirá en carne propia; se verá
obligado a cambiar constantemente de actitud, rango, e incluso de sexo. A edad
tierna Simplicius vive con sus padres en el campo, sin conciencia del mundo
que lo rodeaba, pero debido a un ataque militar contra su pueblo, tiene que
escapar al bosque, sin entender siquiera lo que había ocurrido. En el bosque es encontrado
por un ermitaño, quien lo adopta y enseña sobre el cristianismo. Simplicius es
poseedor de una tierna inocencia y una amplia ignorancia acerca del mundo; con
el ermitaño toma conciencia de sí mismo, conoce a Dios, el pecado, el infierno
y el cielo. Pero aún le falta mucho por conocer.
Al
morir el ermitaño, por varias circunstancias llega al castillo del gobernador
de Hanau, quien resulta ser el cuñado del ermitaño. Debido a su inocencia y
sobre todo a su ignorancia, Simplicius se convierte en un bufón involuntario, teniendo
después el título de éste. La locura llega al personaje no de manera paulatina
sino de sopetón, pues el gobernador es quien ordena que se le vuelva loco por
medio de trucos. Pero advertido de ésto, Simplicius es capaz de conservar su
cordura, aunque tendrá que fingir ser un loco que se cree becerro para el
gobernador y toda su gente, excepto hacia el cura y para sí mismo. Todos lo
creen verdaderamente loco, pues ejerce bien su papel. La locura en él, se
vuelve un exceso de razón y sensatez. Simplicius al igual que Hamlet, aprovecha
su “locura” para decir las verdades, por crueles y disparatadas que sean, a
quienes se lo merecen, pues había quedado impactado con la
cantidad de pecado que ejercían todos, sin temor de Dios.
"La locura en él [Simplicius], se vuelve un exceso de razón y sensatez".
Nos
demuestra en esta etapa que el hombre, creyéndose racional, no lo es para
nada. Sin embargo, un joven con el título de “loco” que se cree bestia, es más
hombre que los hombres, quienes a su vez son más bestias que las bestias. “[…]
y el secretario dijo que, sin duda, yo era un loco, puesto que yo mismo me consideraba un animal racional.”[5].
Pero nadie habla con más cordura que Simplicius, dando a todos su cucharada de
verdad. Él parece ser el único cuerdo
en medio de locos que necesitan de un chiflado para considerarse cuerdos.
Aquello que no corresponde con lo que se acostumbra, cuando encontramos a
alguien puro, inocente y noble nos extrañamos, puesto que el mundo está lleno
de malicia, la bondad nos parece cosa de locos.
El
título de Simplicius cambia cuando es capturado por Croatas, con quienes
comienza a aprender sobre el ambiente que se movía a su alrededor, se convierte
en ladrón, dejando atrás sus días como bufón y loco. Pero es cuando cambia de
amo de nuevo, donde tiene que volver a su situación de loco, pero ahora con más
cómplices sabedores de su condición real. Se viste de mujer para escapar, pero
es descubierto y hecho prisionero para luego ser rescatado por un amigo. Se une
después al ejército, y es aquí cuando vemos un cambio en el personaje, quien
pasó de ser un tierno ingenuo a un astuto saqueador.
Simplicius,
ahora apodado El Cazador, sufre una transformación tremenda, puesto que deja
atrás los días de bufón para subir de rango gracias a su ingenio en el
ejército. Su meta es volverse noble. La locura llega a él de diferente manera:
se vuelve un ambicioso de poder, fama y fortuna, se convierte en un avaro
arrogante. Antes ocultaba su cordura, pero ante esta nueva situación, escondía
su locura y se presentaba siempre bondadoso. Siendo así que encontramos ésta
forma de locura de manera cotidiana en nuestros días.
Júpiter
hace presencia en el texto, a manera de espejo de Simplicius, o mejor dicho,
como un paralelo. “Júpiter” es un loco que se cree el dios romano, y aparece
ante el Cazador para recordarle lo que algún vez fue, y lo que es ahora con
mayor fuerza. Pero aquel supuesto dios no era tan disparatado como parecía,
puesto que sus razonamientos y discursos no podían ser obra de un loco. Éste se
muestra en tal estado para demostrar cordura, mientras que el personaje principal
hace lo contrario. Son, entonces, dos opuestos que se encuentran más símiles que el
conejo y la liebre.
Pero la cordura volverá a él,
despidiéndose de toda vida pasada, para convertirse en ermitaño, volviendo
después de haber conocido el mundo y pecado en infinitas ocasiones, a lo que en
un principio fue. La locura ahora será el recuerdo, algo que pasó pero que no
deja de ocurrir. A fin de cuentas, lo normal no es lo mismo para nadie, y
aquello que es ajeno a nosotros siempre va a sorprender y hará que nuevas perspectivas
lleguen a nosotros. Las mejores personas están locas, y sus locuras son aquello
que ha salvado a éste mundo de la constante rutina a la que nos acostumbramos.
Nadie está a salvo de disparatarse; la
chifladez vive en nosotros en forma de obsesiones, anhelos, ambición, etc., y
espera el momento de descuido para salir, aunque sea en pequeñas cantidades. En
palabras de Simplicius: “Yo creo que no hay nadie en el mundo que no tenga sus
ramalazos de locura, pues todos estamos hechos de la misma clase, y puedo saber
muy bien por mis propias peras cuando maduran las del vecino”[6].
La locura es engañosa, te envuelve y te hunde con ella silenciosamente. Decir
que alguien es completamente cuerdo sería una locura.
La
novedad es una locura, el que el hombre pudiera volar fue un disparate, mujeres
que estudiaran y tuvieran voz eran palabras de mentecato, el que la tierra no
fuera el centro del universo eran ideas de un chiflado, que el hombre llegara a
la luna fue una demencia. El acabar con
nuestro ecosistema, matarnos unos a otros, elegir presidentes misóginos,
racistas, prepotentes, ignorantes, hablar con personas que no están presentes e
ignorar a las que sí lo están nos convierte en locos. Nosotros mismos somos la
locura andando. Las bestias, inocentes e ingenuas, sobreviven a nuestros
disparates.
Paola Elizabeth de la Torre García
5to semestre (T.M.)
BIBLIOGRAFÍA:
Modern, Rodolfo E. Historia de la literatura alemana, Fondo de Cultura Económica,
México, 1972.
Grimmelshausen, Simplicius Simplicissimus, Rei-México, México, 1988.
[1] Modern,
Rodolfo E. Historia de la literatura
alemana, Fondo de Cultura Económica, 1972; págs. 103-104.
[2] En
Historia den la literatura alemana,
aparece como Johann en vez de Hans.
[3]
Tuvo influencia en todo el movimiento literario barroco alemán.
[4]
Íbidem, pág. 113
[5] Grimmelshausen,
Simplicius Simplicissimus,
Rei-México, 1988; pág. 170
[6] Íbidem,
pág 292
DE LA CORDURA A LA LOCURA ,POR SUPUESTO TAN SOLO HAY UNA DÉBIL LINEA
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