Adolf Wölfi

Adolf Wölfi
Pintura perteneciente a Adolf Wölfi

sábado, 3 de diciembre de 2016

Simplicius Simplicissimus



Simplicius Simplicissimus

De la cordura a la locura hay un paso




Acerca del barroco alemán
La obra Simplicius Simplicissimus se encuentra ubicada en la época barroca alemana donde la literatura tuvo ciertas diferencias con las manifestaciones del resto de Europa. Su aplicación a otras artes la conocemos a través de músicos célebres como Johann Sebastian Bach, Johann Pachelbel, Händel, entre otros, por el uso de la exageración, retorcimiento y contraste, pero en las letras no ocurre lo mismo. Los alemanes sentien agotadas sus fuentes nacionales, por lo tanto introdujeron a su cultura el verso alejandrino, el soneto, la novela picaresca y la pastoril. Alemania se ve acorralada en una guerra que dura treinta años (1618-1648), y que en la producción literaria tiene gran impacto, pues el acento de desolación y la presencia de guerra se hallan en la mayoría de las obras literarias.
     Los literatos cuentan con un mecenazgo principesco, por lo cual, toda la producción está dirigida a gente de la nobleza. Cabe mencionar que gracias a la herencia humanista se siguen manteniendo aspectos como el respeto por la erudición, la norma retórica y el convencimiento de que la poesía se puede aprender mediante reglas. Entre los autores más destacados se encuentran: Martin Optiz, quien introduce el verso alejandrino y se da a la tarea de elaborar normas  “según las cuales se movió sumisamente la poesía alemana durante casi un siglo y medio”[1]; Andreas Gryphius es el más grande dramaturgo de su época, su aportación es la elaboración de un teatro moderno; Hans Jakob Christoffel von Grimmelshausen[2], el más grande novelista alemán, autor de Simplicius Simplicissimus, obra que trataremos a continuación.

Una mirada hacia la obra y el autor
La obra es difícil de encasillar, ya que podría caber en el género de novela picaresca, didáctica, moralizante o incluso como una obra autobiográfica. Todos estos elementos los contiene la novela, la cual se convierte en todas y ninguna. Es importante aclarar que la literatura española tiene gran influencia en el autor[3],  como se verá en la estructura de la misma, constituida por cinco partes (libros), siguiendo el canon de la novela picaresca. La obra nos narra la vida de un antihéroe, pero más que nada, una aventura del alma. Asimismo la época que vive su país va ser escenario de toda la novela, y se debe a que Grimmelshausen, se ve obligado a formar parte del ejército desde joven, por lo tanto, se encuentran varias escenas autobiográficas representadas por Simplicius.


         Esta obra tiene un rotundo éxito en su tiempo, y es lo que le ha valido su conservación. La empatía que tiene con el pueblo es gracias al lenguaje utilizado por el autor, quien acude a términos y formas de hablar de la gente del pueblo, del campo, etc. Se debe principalmente a que Grimmelshausen nace y vive en el campo, además de ilustrar una época en la que la guerra domina a Alemania. Se ha llegado a considerar a Simplicius como un segundo Parsifal. “Afirmación y negación, gusto barroco por lo descriptivo, y una antítesis en lo vital y en lo estilístico hacen de esta novela el mejor cuadro de la época y, en su aspiración a la trascendencia, una de las más hondas de la literatura alemana”[4].

Sobre la “locura” en Simplicius.
La vida de Simplicius se narra a la par que la de la guerra que respira su autor, por lo tanto, así como en la guerra, el libro tiene ese aire de incertidumbre, aventura y al mismo tiempo de desolación, mismas que el personaje principal vivirá en carne propia; se verá obligado a cambiar constantemente de actitud, rango, e incluso de sexo. A edad tierna Simplicius vive con sus padres en el campo, sin conciencia del mundo que lo rodeaba, pero debido a un ataque militar contra su pueblo, tiene que escapar al bosque, sin entender siquiera lo que  había ocurrido. En el bosque es encontrado por un ermitaño, quien lo adopta y enseña sobre el cristianismo. Simplicius es poseedor de una tierna inocencia y una amplia ignorancia acerca del mundo; con el ermitaño toma conciencia de sí mismo, conoce a Dios, el pecado, el infierno y el cielo. Pero aún le falta mucho por conocer.


         Al morir el ermitaño, por varias circunstancias llega al castillo del gobernador de Hanau, quien resulta ser el cuñado del ermitaño. Debido a su inocencia y sobre todo a su ignorancia, Simplicius se convierte en un bufón involuntario, teniendo después el título de éste. La locura llega al personaje no de manera paulatina sino de sopetón, pues el gobernador es quien ordena que se le vuelva loco por medio de trucos. Pero advertido de ésto, Simplicius es capaz de conservar su cordura, aunque tendrá que fingir ser un loco que se cree becerro para el gobernador y toda su gente, excepto hacia el cura y para sí mismo. Todos lo creen verdaderamente loco, pues ejerce bien su papel. La locura en él, se vuelve un exceso de razón y sensatez. Simplicius al igual que Hamlet, aprovecha su “locura” para decir las verdades, por crueles y disparatadas que sean, a quienes se lo merecen, pues había quedado impactado con la cantidad de pecado que ejercían todos, sin temor de Dios.

 "La locura en él [Simplicius], se vuelve un exceso de razón y sensatez".

         Nos demuestra en esta etapa que el hombre, creyéndose racional, no lo es para nada. Sin embargo, un joven con el título de “loco” que se cree bestia, es más hombre que los hombres, quienes a su vez son más bestias que las bestias. “[…] y el secretario dijo que, sin duda, yo era un loco, puesto que yo mismo  me consideraba un animal racional.”[5]. Pero nadie habla con más cordura que Simplicius, dando a todos su cucharada de verdad.  Él parece ser el único cuerdo en medio de locos que necesitan de un chiflado para considerarse cuerdos. Aquello que no corresponde con lo que se acostumbra, cuando encontramos a alguien puro, inocente y noble nos extrañamos, puesto que el mundo está lleno de malicia, la bondad nos parece cosa de locos.
         El título de Simplicius cambia cuando es capturado por Croatas, con quienes comienza a aprender sobre el ambiente que se movía a su alrededor, se convierte en ladrón, dejando atrás sus días como bufón y loco. Pero es cuando cambia de amo de nuevo, donde tiene que volver a su situación de loco, pero ahora con más cómplices sabedores de su condición real. Se viste de mujer para escapar, pero es descubierto y hecho prisionero para luego ser rescatado por un amigo. Se une después al ejército, y es aquí cuando vemos un cambio en el personaje, quien pasó de ser un tierno ingenuo a un astuto saqueador.
         Simplicius, ahora apodado El Cazador, sufre una transformación tremenda, puesto que deja atrás los días de bufón para subir de rango gracias a su ingenio en el ejército. Su meta es volverse noble. La locura llega a él de diferente manera: se vuelve un ambicioso de poder, fama y fortuna, se convierte en un avaro arrogante. Antes ocultaba su cordura, pero ante esta nueva situación, escondía su locura y se presentaba siempre bondadoso. Siendo así que encontramos ésta forma de locura de manera cotidiana en nuestros días.   
         Júpiter hace presencia en el texto, a manera de espejo de Simplicius, o mejor dicho, como un paralelo. “Júpiter” es un loco que se cree el dios romano, y aparece ante el Cazador para recordarle lo que algún vez fue, y lo que es ahora con mayor fuerza. Pero aquel supuesto dios no era tan disparatado como parecía, puesto que sus razonamientos y discursos no podían ser obra de un loco. Éste se muestra en tal estado para demostrar cordura, mientras que el personaje principal hace lo contrario. Son, entonces, dos opuestos que se encuentran más símiles que el conejo y la liebre.
     Pero la cordura volverá a él, despidiéndose de toda vida pasada, para convertirse en ermitaño, volviendo después de haber conocido el mundo y pecado en infinitas ocasiones, a lo que en un principio fue. La locura ahora será el recuerdo, algo que pasó pero que no deja de ocurrir. A fin de cuentas, lo normal no es lo mismo para nadie, y aquello que es ajeno a nosotros siempre va a sorprender y hará que nuevas perspectivas lleguen a nosotros. Las mejores personas están locas, y sus locuras son aquello que ha salvado a éste mundo de la constante rutina a la que nos acostumbramos.
Nadie está a salvo de disparatarse; la chifladez vive en nosotros en forma de obsesiones, anhelos, ambición, etc., y espera el momento de descuido para salir, aunque sea en pequeñas cantidades. En palabras de Simplicius: “Yo creo que no hay nadie en el mundo que no tenga sus ramalazos de locura, pues todos estamos hechos de la misma clase, y puedo saber muy bien por mis propias peras cuando maduran las del vecino”[6]. La locura es engañosa, te envuelve y te hunde con ella silenciosamente. Decir que alguien es completamente cuerdo sería una locura.
         La novedad es una locura, el que el hombre pudiera volar fue un disparate, mujeres que estudiaran y tuvieran voz eran palabras de mentecato, el que la tierra no fuera el centro del universo eran ideas de un chiflado, que el hombre llegara a la luna fue una demencia.  El acabar con nuestro ecosistema, matarnos unos a otros, elegir presidentes misóginos, racistas, prepotentes, ignorantes, hablar con personas que no están presentes e ignorar a las que sí lo están nos convierte en locos. Nosotros mismos somos la locura andando. Las bestias, inocentes e ingenuas, sobreviven a nuestros disparates.

Paola Elizabeth de la Torre García
5to semestre (T.M.)


BIBLIOGRAFÍA:
Modern, Rodolfo E. Historia de la literatura alemana, Fondo de Cultura Económica, México, 1972.

Grimmelshausen, Simplicius Simplicissimus, Rei-México, México, 1988.



[1] Modern, Rodolfo E. Historia de la literatura alemana, Fondo de Cultura Económica, 1972; págs. 103-104.
[2] En Historia den la literatura alemana, aparece como Johann en vez de Hans.
[3] Tuvo influencia en todo el movimiento literario  barroco alemán.
[4] Íbidem, pág. 113
[5] Grimmelshausen, Simplicius Simplicissimus, Rei-México, 1988; pág. 170
[6] Íbidem, pág 292

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