Adolf Wölfi

Adolf Wölfi
Pintura perteneciente a Adolf Wölfi

sábado, 11 de marzo de 2017

El contrato social de las artes

El contrato social de las artes
La educación exige, el decoro ordena



Introducción
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) nació en Ginebra (Suiza) y murió en Francia. Fue músico, literato y escritor político. Amigo íntimo del filósofo francés Denis Diderot. En 1742 se trasladó a París, donde se ganó la vida como profesor y copista de música. En 1750 su Discurso sobre las ciencias y las artes ganó el premio de la Academia de Dijon. En éste expresa su opinión sobre las instituciones sociales, de las cuales considera han corrompido a la humanidad y que el estado natural, o primitivo, es superior, en el plano moral al estado civilizado. Sus opiniones poco convencionales le enemistaron con Voltaire quien atacó a la retórica persuasiva de Rousseau.
Su concepción del Estado como la personificación de la voluntad abstracta de las personas, junto con sus argumentos para el cumplimiento estricto de la conformidad política y religiosa, son considerados como una fuente de la ideología totalitaria. En sus escritos Confesiones y La nueva Eloísa introdujo un nuevo estilo de expresión emocional; la exploración de los conflictos entre los valores morales y sensuales. 
Rousseau añora la antigüedad, lo clásico del gobierno de Grecia, un dictado no igualitario sino democrático, confía plenamente en que «Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y se degenera en manos de los hombres»[1] y sostiene su convicción a lo largo de sus escritos.


Contrato social
Los hombres nacen libres totalmente, de modo que dos seres pueden juzgar el mismo tono de gris como diferente. Sin embargo, una vez que el convenio social se ha hecho el pensamiento se contamina, el contrato tácito dirige el todo. Las costumbres se transforman en factores reguladores de cortesía elemental, y se establece así entre los hombres un arreglo convenido.
            Para Rousseau la voluntad general no equivale a la opinión de la mayoría, sino que existe un ente abstracto que se eleva por las voluntades individuales, apela a los intereses colectivos y a un bien común superior; considera que es el individuo quien debe sacrificarse.  Rechaza una sociedad comunista y su objetivo es establecer un convenio realista en el que «ningún ciudadano sea tan rico como para comprar a otro, ni ninguno tan pobre como para tener que venderse»,[2] pero dichas características no pueden ser reunidas en una sociedad competitiva y materialista por lo cual un convenio así queda descartado fácilmente.
Rousseau es una autor que está inconforme con su tiempo, desea regresar a lo que él considera una mejor época, el pasado que se ha perdido para siempre. Confronta al Siglo de las Luces y rompe con los valores ilustrados: razón, progreso y felicidad; intenta resurgir principios antiguos como patria, religión y virtud. Se contrapone constantemente al progreso y está convencido en plenitud de que una sociedad primitiva es mucho mejor que una civilizada. Una sociedad en la que el hombre debe enfocarse en aprender las labores que dicta el deber y solo eso, sin caer en divagaciones mundanas.

Las letras y las artes
 Siguiendo la línea anteriormente mencionada, el autor trastoca la imagen preconcebida de las artes diciendo que estas son « […] guirnaldas de flores sobre las cadenas de hierro que nos agobian, [nos] hacen amar la esclavitud y transforman en lo que se ha dado en llamar pueblos civilizados».[3] Rousseau piensa que antes de que el arte nos moldeara propensos a sucumbir ante un lenguaje que hablara de nuestras pasiones, éramos seres con costumbres rústicas pero naturales, y el ceder ante las artes nos transformó, puesto que ya nadie se atreve a parecer lo que en verdad es.
            Aquí entra el contrato social descrito antes: Rousseau considera que somos entes naturales y que con el advenimiento de las artes ha convertido las sospechas, los temores, la frialdad, el odio y la traición en buena educación. Cuanto más avanza el arte y la ciencia hacia la perfección, más se corrompen nuestras almas y se ocultan las verdaderas intenciones tras el velo del convenio social.
            Esta revelación podría caer mínimamente en la aceptación, de no ser por lo radical del pensamiento rousseauriano, pues su posición coloca a las bellas artes como vicios que deben ser erradicados para el correcto funcionamiento de una ciudad; al no admitir artistas, ciencias y sabios para tener hombres libres de distracción y con total convicción de derramar su sangre por la patria. El arte es pues, la peste que enajena a los hombres y los distrae de las acciones del deber.
            El ginebrino regresa a la Antigüedad y utiliza a Sócrates como máximo exponente de su ideal: «Ni los sofistas, ni los poetas, ni los oradores, ni los artistas, ni yo mismo [Sócrates] sabemos qué es lo verdadero, ni lo bueno ni lo bello. Pero entre nosotros existe una diferencia: aunque estas personas no sepan nada, todas creen saber algo. Mientras que yo, si no sé nada, al menos no tengo esa duda».[4] Rousseau manifiesta sus ideales colocando en tela de juicio la funcionalidad de la razón, ¿se necesita acaso de la música para labrar bien la tierra?
            La añoranza por una polis hace del autor alguien incompatible con su época, debate con los ideales del momento y hace que los progresistas se contrapongan totalmente a las buenas costumbres y a la virtud del ser. El progreso va de la mano con la vanidad y es el orgullo lo que impulsa el conocimiento humano. El saber es una desgracia, pues en la naturaleza no se encuentra en sí mismo el conocimiento científico.
            Más allá de un deseo profundo por retornar a la magna sociedad antigua ¿qué es lo que provoca en Rousseau esta enemistad con la época? ¿Por qué rechaza a las artes y reprocha a la ciencia? Para él, las ciencias y las artes deben su nacimiento a nuestros vicios: «La astronomía nació de la superstición; la elocuencia, de la ambición, del odio, de la adulación, de la mentira; la geometría, de la avaricia; de la física, de una vana curiosidad; todas, incluso la moral, del orgullo humano».[5]

"El arte es pues, la peste que enajena a los hombres y los distrae de las acciones del deber."


El contrato social de los escritores
El conflicto alcanza entonces el punto clave, los artistas desean algo, aquello que trastoca y perjudica a la sociedad: el reconocimiento público, el elogio funge como recompensa y por este medio son los escritores los que devoran la substancia del Estado sin provecho alguno.  Para Rousseau son enemigos de la opinión pública. Ellos violan el contrato social, porque modifican el alma y se muestran como algo que no son, escriben lo que sus contemporáneos consumirán, dan al pueblo la distracción que tanto anhelan y se regocijan con el placer que les provoca ser leídos.
            Confrontan la dualidad de componer algo común, obras que serán reconocidas en vida o desafiarse a escribir maravillas que serán admiradas sólo después de su muerte. La elección modifica su ser porque aun al negarse a presentar un trabajo para el consumo de la sociedad contemporánea, morirá el escritor en la miseria y el olvido, desdichado destino que afectará su alma en plena consciencia.
            Los hombres renunciaron al placer simple de actuar para complacer a los dioses, en donde la contemplación de los seres superiores apaciguaba al alma. Pero eso deja de ser así, comenzaron a crear para sí mismos y se convirtieron en dioses propios, cuyo placer nunca es alcanzado. Las artes se perfeccionan, se extiende el lujo, las comodidades de la vida se multiplican y el verdadero valor desaparece. Lo que importa en el deber como lo es la milicia, se relega.
            Cuanto más apegada es una sociedad a sus artes y a su ciencia, más se debilita su virtud militar y basta la privación de alguna de las comodidades superfluas a las que se está tan acostumbrado para destruir en poco tiempo al ejército defensor. Pero Rousseau dice que la cultura de las ciencias no solo es perjudicial para las cualidades guerreras sino también para las cualidades morales.
            La educación corrompe nuestro juicio, distrae a la juventud haciéndoles creer que la clave se encuentra en aprender todo tipo de cosas excepto sus deberes. Serán hábiles en las lenguas pero carecerán de todo sentido de nacionalismo, compondrán versos que a duras penas comprenderán ellos mismos y se olvidarán de sus deberes como hombres.
            Aquel ser que ha sido corrompido deja de preguntarse lo elemental, ¿hay verdadero talento en este artista? ¿Es un libro útil? Lo único que se cuestiona es si el artista es reconocido o si el libro está bien escrito, más allá de que posea un mensaje.

"La educación corrompe nuestro juicio, distrae a la juventud haciéndoles creer que la clave se encuentra en aprender todo tipo de cosas excepto sus deberes."

Conclusión. Prioridad en el arte o el deber
Las ideas de Rousseau se presentan como radicales al mismo tiempo que anticuadas, el autor no busca avanzar conforme lo hace el resto, él mantiene un ideal que es totalmente obsoleto y que propicia el estancamiento social. Mas sus textos poseen múltiples interpretaciones que parecen haber sido de gran aceptación en su época, esto, sumado a la difícil lectura atemporal de sus escritos, provoca una constante duda entre el entendimiento literario y los valores corrompidos.
            La imagen que dibuja el autor sobre la comunidad ideal, poco puede ser aplicada en la actualidad de Rousseau ya que es una sociedad patriarcal, jerarquizada, llena de bonificaciones salariales. La gratificación es una recompensa por el arduo trabajo que solo es reconocido de vez en cuando y la línea de jerarquías pocas veces es borrada. En El contrato social por breves momentos parece que todos los ciudadanos hacen las leyes, pero la verdad es que sus menciones peyorativas sobre lo femenino y el asalariado no permiten ver cómo funcionaría un contrato social en un grupo íntegro y homogéneo.
   Por tanto el Discurso sobre las ciencias y las artes y El contrato social permiten interpretaciones muy diversas, con las cuales no es posible formar un ideal apropiado, pero lo que sí permite es un análisis constante y una crítica valorativa. Lo mejor sería un debate a manera de descartar aquellas ideas de Rousseau que podrían funcionar en una sociedad actual y las que se mantuvieran en un rigor estricto del pensamiento.

Andrea Vanessa Guerrero Rodríguez
6to semestre T.M.

             
Bibliografía
Rousseau, J. Discurso sobre las ciencias y las artes, Editorial del cardo, 2006, pp. 14.
Rousseau, J. El contrato social o Principios de derecho político, Tecnos, España, 2007. pp. 163


[1] Rousseau, J. El contrato social. Ediciones Coyoacán, 2004, p 1
[2] Rousseau, J. El contrato social o Principios de derecho político, Tecnos, España, 2007. p. XXXIII.
[3] Rousseau, J. Discurso sobre las ciencias y las artes. Editorial del cardo, 2006, p. 2.
[4] Rousseau, op. cit. p. 5.
[5] Ibídem, p. 7.

sábado, 4 de marzo de 2017

Vacilaciones sobre el amor

Vacilaciones sobre el amor


       Es ley del mundo que la ilusión se acabe, que el amor se desvanezca, que todo pase.
                                                                     Manuel Payno, Memorias sobre el matrimonio


¿Quién no ha pensado en el amor?, cuando era niña muchas veces me pregunté qué sentiría cuando ese sentimiento me invadiera; aún no logro esclarecer esa duda. Leía en un texto de primaria la historia de dos jóvenes enamorados, que, por culpa de un tercero, eran separados; cómo sufrí. El amor parecía la cosa más sublime. La novela Como agua para Chocolate (1989), de la escritora mexicana Laura Esquivel, era uno de mis escritos predilectos, parecía que me alegraba lloriquear cada vez que llegaba a las líneas donde Pedro le dice a Tita: El amor no se piensa, se siente o no se siente. Inclusive, el escritor ruso, Isaac Asimov, se preguntaría ¿Qué es esa cosa llamada amor? (1990), donde, desde el punto de vista de la ciencia ficción y a voz de unos extraterrestres: 

"—La traducción más aproximada de nuestros relampagueos es “chico juguetón”. La criatura […] sólo está interesada en la cooperación de las formas y la investiga por doquier con una intensidad sistemática […], he hallado ejemplos de cooperación […]. Se quitan las pieles por la fuerza. Por un segundo él sintió la tibia firmeza de sus senos casi desnudos contra su mejilla".[1]
Los relampagueos son el sinónimo de la excitación, en donde ‘chico juguetón’ es una revista sobre extraterrestres donde las chicas tienen sexo con los ya mencionados o son observadas por los mismos. Para el alienígena, la forma en la que el humano se reproduce, eso a lo que llama amor, es un acto asqueroso.
El amor no sólo es planteado en libros contemporáneos; en los Diálogos Socráticos, de forma específica, en el Banquete (380 a. C.), se hacen una serie de referencias y de opiniones acerca de este sentimiento. Retomemos una, la de Pausanias, el cual plantea que:


"Si Venus fuese una, uno sería también el Amor; mas, puesto que Venus es dos, tendrá que haber dos amores […], una es la antigua y venerada, no nacida de madre, hija del Cielo, que por esto la llamamos celestial; la otra, más reciente, es hija de Júpiter y de Diona, y la denominamos popular".[2]
En el cuento, La Sonata a Kreutzer (1889), del escritor ruso, Lev Nikoláievich Tolstói, el amor, a razón de Posdnichev, “no existe”[3] es sólo una cortina que se utiliza para esconder tras de sí las verdaderas intenciones de una sociedad preocupada por formar mujeres insulsas, utilizando artimañas para que un hombre pueda solventar sus lujos; para ser una prostituta con papeles y con el beneficio de ser llamada señora; el matrimonio es llevado a cabo sin amor.
Vasia[4], al mencionar que el amor no existe, estaba un poco equivocado, ya que, cuando la historia toma su rumbo, y  mientras él mismo nos confiesa que la humanidad fue quien, con sus reglas, lo incitó a llevar una vida desordenada durante su juventud, llena de lujuria y de mujeres, se nota el acercamiento que ha adquirido en torno al conocimiento de sí mismo, hacia la contemplación de su esencia. De forma lamentable, sigue las reglas, se casa, porque era normal conseguir una señorita aristócrata que se preocupase por las modas del momento. En ese tenor, el amor que acompaña a Posdnichev es la Venus popular
Si nuestro personaje hubiera encontrado a tiempo la respuesta de sus dudas y de sus dolores de cabeza, jamás creeríamos lo que pasó luego de sus esponsales y nunca que, al enloquecer a causa de las reglas aristocráticas, llegaría a asesinar a la que fue su compañera. Si su guía hubiese sido la Venus celestial, en su lozanía estaría ausente la pasión sexual que, “bajo cualquier forma, es un mal terrible”[5]. Estimar el alma, el conocimiento, eso que hace único al hombre; lo sexual se suprime, la belleza se acaba, pero el conocimiento crece, aumenta cuanto más lo queramos; la juventud no vuelve.
La realidad planteada en La Sonata a Kreutzer, no radica en describir la miseria material, sino la miseria del alma, una escasez en tanto a ser, ya que los valores son sobajados, “los gobiernos […], fomentan el vicio, es decir, legalizan las actividades de toda una clase de mujeres destinadas a la perdición corporal”[6]. En la novela del mismo autor, Tolstói, Resurrección (1899), el personaje de Máslova es una mujer pública que tras días arduos de trabajo, “al final de cada semana, la visita impuesta por las leyes a las oficinas de policía; una verdadera exposición […] en la que los empleados se divertían humillando el sentimiento íntimo de pudor que la naturaleza ha dado”[7]. En todo ser, en toda esencia, hay una dualidad; moral-inmoral, inteligente-estulto, blanco-negro, fuerte-débil.


La Sonata de Beethoven y La Sonata de Tolstói
Cuando se lee La Sonata a Kreutzer, ¿qué viene a la memoria? El cuento del escritor toma su nombre de la sonata para violín y piano, publicada en 1802, del compositor Ludwin van Beethoven, de la que cabe rescatar que tiene dicha denominación por el violinista Rodolphe Kreutzer, el cual, jamás la ejecutó. En la ya mencionada composición, son notables los cambios de ritmo, comienza con fuerza, le prosiguen una serie de sonidos más apacibles, enternecedores; de forma posterior predomina la alegría, así transcurre en treinta y siete minutos treinta y dos segundos.
En la sonata de Tolstói, los sentimientos son cambiantes, volubles; es una obra imposible de abandonar. El personaje, cuya conciencia nos devela, nos envuelve en su desesperación, la cual va acompañada de pensamientos certeros. Primero, leemos que hay un hombre dando opiniones reflexionadas sobre el amor. Para ello, ha vivido en unión, ha sufrido: “durante todo el periodo de mi matrimonio, jamás cesé de sufrir las torturas de los celos”[8].
 Yuxtapuesta a esa sensación, se encuentra la reconciliación; hipocresía mundana que reluce “bajo el influjo de ese sentimiento, que llamábamos amor”[9]. Vasia, antes de llegar a su hogar y cometer el crimen, expresa angustia, temor, enojo, odio; dentro de la casa, actúa con cautela, se quita los zapatos, encuentra a su mujer y le entierra el cuchillo. No siente compasión. Una vez más, la sensación del devenir de las olas, sentimientos que van y vienen. 
La Sonata a Kreutzer de Beethoven, sin conocimiento y pasión hacia el arte, puede ser simple melodía destinada a un vano placer; la mujer, en el cuento, como ya ha sido mencionado, es un objeto de mercadería. De ahí la necesidad de esa Venus celestial.  El amor pasional es un sentimiento como la tristeza, el dolor, la alegría, el odio, y, pensemos, que la sensación es pasajera, es cambiante. Así es el amor.
Aun así, no puedo comprender, qué es. Quizás es la justificación del acto por el que llegamos a la reproducción. Probablemente es el pretexto para el himeneo. Quizás es sólo una salida para escribir un ensayo.

Bibliografía
ASIMOV, Isaac, ¿Qué es esa cosa llamada amor?, Cuentos completos I, Ediciones B, Barcelona, primera edición, 2009, p.p. 816.
PLATÓN, Banquete, Diálogos Socráticos, editorial Cumbre, México, decimotercera edición, 1979,  p.p. 379.
TOLSTÓI, León, La Sonata a Kreutzer, Novelas y Cuentos, editorial Océano de México, España, p.p. 363.
TOLSTÓI, León, Resurrección, editorial Cumbre, México, sexta edición, 1968, p.p. 401.

 Dalia Karina Gutiérrez Trejo
10mo Semestre T.M.





[1] ASIMOV, Isaac, ¿Qué es esa cosa llamada amor?, Cuentos completos I, Ediciones B, Barcelona, primera edición, 2009, p.p. 780, 781.
[2] Platón, Banquete, Diálogos Socráticos, editorial Cumbre, México, decimotercera edición, 1979,  p. 268.
[3] TOLSTÓI, León, La Sonata a Kreutzer, Novelas y Cuentos, editorial Océano de México, España, p. 222.
[4] Es la forma en la que Posdnichev era llamado por su esposa.
[5] TOLSTÓI, León, La Sonata a Kreutzer, Novelas y Cuentos, editorial Océano de México, España, p. 242.
[6] Ibid., p. 292.
[7] TOLSTÓI, León, Resurrección, editorial Cumbre, México, sexta edición, 1968, p. 20.
[8] TOLSTÓI, León, La Sonata a Kreutzer, Novelas y Cuentos, editorial Océano de México, España, p. 250.
[9] Ibid., p. 272.

domingo, 19 de febrero de 2017

Botones en los ojos


BOTONES EN LOS OJOS: CRÓNICAS DE UNA NIÑA EN PELIGRO





Introducción: una insidiosa y eterna compañía
          El gato la acompañó sin hacer el menor ruido — ¿Y por qué es necesario tener valor?— le preguntó el gato con tono de indiferencia. —Porque, cuando haces algo a pesar del miedo que sientes -respondió ella- necesitas tener mucho valor.
(Coraline, Neil Gaiman)

Nuestros ancestros, que vivían en pleno contacto con la naturaleza, nos heredaron un temor básico en la vida: el miedo a la oscuridad, según hemos podido saber, a los primitivos seres humanos los acechaban desde las sombras algunos depredadores, los más jóvenes en ocasiones eran presas de feroces bestias prehistóricas, o de algunas que ya no nos aterran tanto porque en los últimos tiempos las hemos dejado al borde del abismo de la extinción, como es el caso de los lobos, que por su naturaleza siempre hemos demonizado y convertido en la encarnación del mal.
Cuando las luces se apaguen sin previo aviso sintamos pavor en automático, la ausencia de luz nos impide ver qué hay alrededor; la posible presencia de una amenaza nos pone en estado de alerta, no podemos estar seguros si hay algo en las sombras.

“El miedo a la oscuridad es la fobia más común; la ausencia de luz nos enfrenta a lo desconocido, es una situación que anula nuestro sentido sensorial y quedamos sí la menor oportunidad de huir y nos paralizamos por completo”[1].

Al hacernos mayores sabemos que en la penumbra no hay ningún monstruo que quiera comernos, fantasma que quieran espantarnos, diablo que nos arrastre de los pies al averno por haber sido traviesos, bruja que nos transforme en sapos, invasor alienígena deseoso de abducirnos y en su mesa de experimentos abrirnos en canal como si fuésemos ranas, ni otro horror que las películas, las series de televisión y el imaginario popular hayan sembrado en nuestra inocente mente infantil. Es entonces cuando los peligros que la negrura de la noche llega a esconder se vuelven aterradoramente reales. ¿Quién sobre todo quienes no tenemos el privilegio de saber conducirno se ha puesto a temblar al tener que atravesar de noche una interminable calle con lámparas que parecen separadas por kilómetros? (dando por hecho que funcionen, pues en esta bizarra capital no siempre es así). Es toda una aventura. Llegar a nuestro destino a salvo nos hace sentir como ganadores del Tour de Francia. No sabemos qué hay en las sombras, la idea nos atemoriza, así que no es casual que haya autores cuya narrativa recurra a ese miedo atávico a la oscuridad y otros sentimientos que suelen hacer aparición cuando enfrentamos situaciones de gran peligro, que sin embargo tenemos que hacerles frente tal como los protagonistas de las distintas historias en la literatura, el cine o la televisión.
Comenzaremos con una semblanza del autor, una reseña del libro Coraline, continuando con una breve introducción sobre el personaje principal de la obra en quién se encuentran concentrados todas las emociones a repasar. Luego veremos cómo el antagonista principal aprovecha las características del personaje para llevar a cabo su cometido. Y cómo la protagonista rechaza colgarse la etiqueta de víctima para salir a enfrentar al ser que amenaza su existencia.
Sobre el autor
Neil Gaiman nace en la ciudad de Hampshire, Reino Unido, un 10 de noviembre de 1960. Desde niño descubrió su amor por la lectura y entre sus autores predilectos se encontraban J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis y Gene Wolfe. Solía pasar días enteros en la biblioteca de su ciudad donde sus padres lo dejaban camino al trabajo. Su primer trabajo dentro del mundo de las letras fue como periodista y escribió dos biografías, la primera del músico Duran Duran y la segunda de Douglas Adams, el autor de La guía del autoestopista galáctico. Después vendrían sus colaboraciones con el dibujante de cómics Dave McKean, ambos publicarían sus primeros trabajos juntos: Violent Cases, y más tarde Black Orchid, texto que vería la luz en DC Comics. Cabe destacar que algunas de sus obras, como la saga de novelas gráficas de Sandman, se han vuelto de culto. Sandman de hecho, fue la primera historieta en recibir un galardón literario, en la categoría de mejor historia corta entregada en los World Fantasy Awards de 1991.
Es a principios de los años 90 cuando comienza a escribir Coraline. En una época en que el horror gótico estaba en boga, esta novela salió a la venta en el año de 2002, se le consideraba un libro con una historia demasiado aterradora como para ser leído por niños. Ganó premios a granel; El Premio Británico de Ciencia Ficción, el Hugo, el Nébula, el Bram Stoker, entre los que más sobresalen. También el de la Asociación Americana de Bibliotecas en la categoría de libro notable para niños.
 Coraline fue adaptada en una obra musical en el 2009 por Stephin Merrit, ese mismo año fue llevada al cine por Henry Selick, la mente detrás de la famosa Pesadilla antes de navidad (1999). Aunque la película recibió algunas críticas por parte de los fanáticos del libro sobre la forma en que el personaje literario fue representado, estuvo nominada al Óscar y fue bien recibida por los críticos.
American Gods, otra obra reconocida del autor, aparecida en el 2001 y merecedora de un premio Nébula, será adaptada a la televisión en 2017. Mientras tanto, el propio Gaiman ya se ha ganado estelarizar un episodio de Los Simpson[2] en el cuál Lisa Simpson y otros personajes se dan a la tarea de construir un libro perfecto para que la gente de hoy en día lo lea y se interese por la lectura.


Una niña curiosa
Cuando llega a su nuevo hogar, un departamento que forma parte de un viejo caserón perdido en la campiña inglesa –los bosques de Oregón en la película estadounidense–, la pequeña Coraline Jones está ávida de encontrar algo que la divierta, las opciones son escasas, no tiene ni idea de que hacer en esa vieja casa. Sin que lo sepa, sobre ella se cierne una amenaza, alguien que, a diferencia de la niña, sabe perfectamente que hacer: un trato ventajoso, le dará todo lo que Coraline anhela mientras la joven le entregue ni más ni menos su propia vida a cambio. Ese es el modus operandi[3] de esta entidad fantasmal, quién acecha a niños incautos para alimentarse de sus vidas, desechar sus almas y mantenerlas atrapadas para siempre en un mundo que ella diseña con esmero, diferente cada vez, para que los infantes caigan en su trampa, dándoles exactamente lo que quieren, está confiada de que Coraline, la recién llegada, será una más que no pueda resistirse a sus encantos, se aprovechará de su espíritu aventurero para guiarla al engaño como un matador al toro con el capote. Por su naturaleza la joven es como una polilla que, atraída por la luz, no advierte que va a quemarse con ella. En este caso la luz cegadora es el mundo que le ha confeccionado la bruja, a diferencia de su aburrido y monótono mundo natal. Ahí va Coraline rumbo al engaño de la Beldam[4].
La Beldam tiene todo preparado, llevará el hilo de su propia trama, ha confabulado cada detalle para que caiga la pequeña en su red y al pasar por esa puerta le sirva de alimento, el acceso al mundo de la Otra está ubicado en su nuevo departamento que aparentemente sólo daba hacia una pared de ladrillos, pero para quién tenga la mala fortuna de toparse con la malvada hechicera es un túnel rumbo a la perdición. Coraline encuentra algo desconcertante, su casa está representada perfectamente, es una copia exacta donde todo está en su lugar, sin embargo, desde el preciso instante en que atravesó el umbral la niña se dio cuenta de que todo tenía un matiz más siniestro, empero, el delicioso aroma de pollo asado llega a su nariz, este es el primer movimiento estratégico de la bruja para atraer a su potencial víctima con suculentos manjares que en su nuevo hogar no existen.
Todo en derredor de la protagonista de la historia oficialmente traspasa la frontera de lo natural y lo lógico, es el momento en el que se da cuenta de que ese extraño piso está habitado por facsímiles de sus padres con botones en los ojos. Coraline queda perpleja, estupefacta, un poco asustada, asume que es todo un extraño sueño, y deja que su visita haga las delicias de esa escabrosa dama y del clon de su padre.
La Otra Madre tiene un fantástico modo de hacer nacer y crecer la confianza de su presa –obviando siempre el hecho de tener botones en los ojos, que dejaría anonadados a cualquiera–, toma la forma de alguien familiar y cercano, su madre, el ser que la trajo al mundo, aunque por su atareada vida, su labor como progenitora parece haber acabado allí, lo que fastidia sobremanera a su hija. Siendo una versión alternativa la de la señora Jones, podrá hacer que la chica sienta que su lugar está donde aparentemente tiene una madre que sí se preocupa por ella. De este modo irá descubriendo que todo en ese mundo es, en apariencia, mejor que en la realidad, la escuchará, jugarán, van a reír juntas, preparará sus comidas favoritas y los tres formaran una familia feliz. El corazón de la protagonista sabe que eso es todo lo que necesita, y el anhelo que ha nacido en él desde mucho tiempo atrás, cuando en un momento dado, sus padres reordenaron sus prioridades y la pusieron en un segundo lugar pesado como una loza de concreto.
La trampa de la perversa hechicera está consumada, su víctima hasta ahora no se ha salido del guion que ha tramado hasta que le revela el modo de quedarse en ese extraño lugar lleno de color y diversión; tiene que coserse botones en los ojos tal como ella y todos los habitantes del otro mundo. Le dicen que no va a dolerle nada, pero sabe bien que cuando los adultos dicen esto –viejo mantra de médicos y dentistas que todos hemos escuchado alguna vez– mienten. La niña, sobresaltada decide volver a su mundo, pero allí no terminarán los sustos, pues lo peor está apenas por llegar, todo lo que va a acontecerle no ha hecho más que empezar.



‘‘Sé fuerte, Coraline”
“—¿Cómo están tus queridos padres? le preguntó la señorita Spink.

Han desaparecido respondió Coraline. Estoy sola. Supongo que me he convertido en una familia de un solo miembro.”
 (Coraline, Neil Gaiman)

Coraline deja atrás el mundo paralelo decidida a no intentar regresar, cuando vuelve a encontrarse en el salón del que procedía siente un gran alivio, está en casa, está de regreso en su verdadero hogar en el que su felicidad no depende de coserse botones en los ojos, pronto la muchacha va a descubrir que la que vive tras la puerta secreta ha hecho de las suyas, ha hecho un atroz acto de magia jugándole sucio.
No pasa mucho tiempo después de la primera visita clandestina de su hija al mundo de la hechicera, y los señores Jones no han hecho acto de presencia en casa en todo el día, es cierto que ellos son gente ocupada, su trabajo los tiene ajetreados todo el tiempo y esto ha sido la directriz de sus vidas. Pero esa noche se han tardado más de lo debido, se queda esperándolos, los minutos se hacen horas, se alimenta de lo poco que encuentra y decide irse a dormir esperando a que lleguen en cuanto esté dormida, como muy posiblemente lo hayan hecho ya en alguna ocasión. Sin embargo, al día siguiente la heroína en ciernes va a darse cuenta de que esta vez no será así, a sus padres se los ha tragado la tierra, cuando sus vecinas, las actrices retiradas Spink y Forcible le preguntan por sus padres, ella responde escuetamente las palabras: ‘‘Han desaparecido”. Parece que en un principio le preocupa poco la posibilidad de haber pasado a engrosar el número de huérfanos en el mundo.
En la película se alarma de inmediato por la situación, a pesar de que sus padres son fríos, desatentos y ausentes, los quiere mucho, no sabe qué hacer sin ellos, cuando cumplen un día y una noche de haber desaparecido, se echa a llorar desconsolada, generando empatía en el espectador. La Coraline del libro aguanta unas horas más, es hasta la medianoche del día siguiente al que cruzó la puerta que con su llanto hiere la quietud de su casi vacío departamento. Es de este modo que vemos plasmado en la novela de Neil Gaiman otro miedo típico de nuestra niñez: que nuestros padres desaparezcan , se acaben, se pierdan para siempre, que nos llegasen a faltar de repente y encontrarnos por la vida sin su cariño y su guía, como lo cuenta Jorge Volpi en su genial ensayo Leer la mente: “La ficción es un laboratorio dónde experimentar con nuestros deseos, sueños, decisiones y pesadillas sin otro peligro que la íntima conmoción que nos depararían tales circunstancias.”[5]
La muchacha tiene miedo. Uno puede ponerse en sus zapatos y darse cuenta de que la situación a la que se enfrenta, efectivamente, es para temer. Sus padres han desaparecido, una aterradora bruja quiere beberse su vida y dejarla atrapada para siempre en un limbo sombrío en compañía de otras criaturas inocentes a las que engañó y, además, todo podría ser su culpa; su espíritu aventurero la ha metido en este embrollo y lo que pueda pasar ahora se le puede achacar a ella, es un cargo de conciencia importante, su curiosidad podría costarle la vida a ella y a su familia. ''La curiosidad mató al gato'' reza un refrán popular, aunque es un tanto irónico que uno de sus guías para intentar vencer a la hechicera sea ni más ni menos que un desaliñado, perspicaz, sarcástico y parlante gato negro, es la propia sensación de curiosidad y las ganas que alguna vez hemos llegado a sentir por descubrir lo desconocido, en vez de temerlo, lo que nos lleva a vencer el miedo, o por lo menos a no escucharlo y continuar en nuestro viaje sin detenernos a pensar en algún peligro. Eso alimenta nuestra capacidad de explorar, de reconocer el mundo a nuestro alrededor, lo que no siempre es bueno.
Papá y Mamá Jones se encuentran perdidos, siempre ausentes en la joven vida de la niña, ahora están ausentes de verdad, ahora la han dejado por completo abandonada a su suerte en ese viejo departamento. Mas ahora, si quiere resolver la situación tendrá que buscar la solución por su propia mano.
Al personaje del fallecido Robin Williams; Alan Parrish, en la película Jumanji (1995) su padre le reprende después de una pelea con un bravucón que tiene que mantener la frente en alto y luchar contra aquello que teme. No debe achicarse ante sus miedos.
Coraline descubre que sus padres han sido hechos prisioneros en un espejo, el gato le indica que están allí, y ve sus figuras a través del cristal, su madre escribe con su dedo ‘‘SONADUYA’’[6] y ella se da cuenta de que han caído en las garras de la Otra Madre, porque quiere deshacerse de ellos para así no dejarle opción y que termine sirviéndole de alimento. La jovencita tendrá que enfrentarse a su enemiga para recuperar su vida como la conocía antes de que atravesara el umbral hacia su brillante, pero maléfico mundo. Es competencia de ella salvar a todos, para tiene que vérselas con este ser aterrador y desconocido ,con todas sus tretas y artimañas.
Lleva todas las de perder, nadie vendrá a salvarla. Puede darse cuenta cuando da aviso a la policía del secuestro de sus padres. Para explicar la desaparición repentina de éstos, tiene que decir la verdad: que una bruja se los ha llevado. No resulta complicado imaginar cómo se tomaron esa historia los oficiales. Todo se reduce a Coraline contra la hechicera. Y acompañada del gato viaja de nuevo al otro mundo al rescate de su familia, pues ella sabe que si la situación fuese a la inversa, ellos irían en su búsqueda y no descansarían hasta tenerla de vuelta en casa sana y salva.
El señor Parrish, un acaudalado vendedor de zapatos y heredero de una gran fortuna, se fue a la quiebra en Jumanji al tratar de encontrar inútilmente a Alan, que fue tragado por el tablero de aquel bizarro juego de mesa hasta que otro jugador lanzara un cinco o un ocho con los dados, aquí es a la inversa, la pequeña tiene que hallar a su padre y a su madre, porque están perdidos, raptados en algún lugar en el escabroso mundo de su Otra Madre. Bienvenida a tú peor pesadilla, Coraline, despertar depende de ti, dice la aparente mamá.
Coraline, a cambio de una posibilidad de hacer volver a sus padres, además de liberar las almas de los niños cautivos, acabar con la amenaza de la Beldam y su voraz apetito ávido de saciarse con su joven alma, se ofrece a sí misma como el premio viviente de una apuesta. Podemos pensar que puede parecer indefensa y vulnerable, pero salvar su vida dependerá de lo que ella haga a continuación, así tenga que entrar justo en el vientre de la bestia, en el corazón de la trampa que la Bruja le ha tendido.
La Otra Madre acepta la apuesta, confiada y sabiéndose ganadora segura, tal vez no debería hacerlo, el exceso de confianza va de la mano al merecimiento y a la humillación. Pero todos los escenarios la apuntan a ella como ganadora. A menos que Coraline, en un gran aprieto por lo ominosa, aterradora, difícil y cruel situación en la que se halla sumergida hasta el cuello, sepa cómo resolver el rompecabezas, ganar el juego, y que todos sus sirvientes fallen en la misión de guardar una canica que contiene el alma de una de sus anteriores víctimas, intentando poner un traspié a la niña en sus loables intenciones de eludir su propio fin y ser depredada como un pequeño y descuidado ser humano primitivo por un mal mayor ante el cual está indefenso.
Pero Coraline, con la sagacidad y la brillantez que demuestra durante la novela, incluso antes de enfrentarse a la hechicera, vence a unas viscosas criaturas de aspecto humanoide, que solían ser copias de sus vecinas actrices, y a un ser patético y deforme que antes se parecía a su padre. Ahora tiene el aspecto de un desecho andante, pero del viejo loco que tiene por vecino y sus ratas amaestradas no puede librarse tan fácilmente, los grotescos esbirros del ser logran evitar que obtenga la última alma. Pero en un enorme golpe de suerte, el astuto gato salva en el último instante a Coraline, capturando a la rata que huía con su último tesoro. ¿No hemos tenido todos alguna ayuda de la nada que nos levanta del suelo cuando estamos derrotados y todo se ha venido abajo? En el momento más álgido y oscuro puede aparecer el más insospechado personaje de las sombras para ayudarnos a conseguir nuestro objetivo, así le ocurrió a esta chiquilla inglesa, no merecía terminar sus días así. Y el destino le tenía deparado que esa noche tenía que ganar.
Ahora sólo quedaba el último paso, y el más difícil, engañar a la bruja, porque ella no juega limpio, este malvado ser no obtendrá el triunfo por su astucia, sino por trampa, Coraline lo sabe bien y decide jugarle un truco. Sabe dónde están cautivos sus padres, en una bola de cristal que recoge mientras distrae a la bruja indicándole que sus padres se escondían tras la puerta del salón, ante ese aparente error, la Beldam se prepara para recibir su premio por ganar la apuesta, pero Coraline se escabulle tras la puerta, con las almas perdidas y la bola de cristal que contiene a sus padres. Vuelve a su mundo, cierra bien la puerta con llave, y disfruta de ver el azul del cielo, el anaranjado brillante del crepúsculo y el verdor de la vida en el mundo real, su mundo, el mejor de todos.
Pero la pesadilla aún no termina, la mano derecha de la Bruja cortada por el azote con el que en su huida la niña cerró la puerta del otro mundo, está buscando la llave para su dueña causando estragos por toda la mansión. La chica se da cuenta de que tiene que tenderle una última trampa. Una vez más a base de perspicacia guía a la última y horrenda aliada de la Beldam a su fin en lo profundo de un pozo. Finalmente puede gozar de un triunfo obtenido a base de su astucia, su valentía, su fortaleza y su sabiduría, cualidades que una de las niñas fantasma alaba de su persona durante el sueño en que los pequeños ya libres se despiden de ella, podía parecer una niña indefensa al principio, pero nunca se dejó intimidar por el poder de la aparentemente invencible Otra Madre, fue más lista que ella y la derrotó limpiamente, a pesar de su corta edad, supo actuar con la sabiduría de una adulta y despertar de su pesadilla.
            Bienvenida de vuelta Coraline, disfruta del atardecer, de los árboles, de la luna, la lluvia y las estrellas, de los días soleados de verano, el mundo lleno de sombras en el que casi quedas atrapada ha quedado atrás para siempre, disfruta de la música que llena tus oídos y desciende hasta tu corazón triunfante.


Conclusión
Una vez que toda la aventura termina. Coraline decide que, a partir de ahora, nada va a causarle pavor, voltea a ver el uniforme escolar de apagado color con el que se vestirá en unos días para iniciar el ciclo escolar, recuerda que siempre se siente nerviosa antes del primer día de clases, pero esta vez todo habrá cambiado, su cruzada para salvar a ella, su familia, y unos chiquillos de allende los tiempos, le ha mostrado el camino para no sentir miedo jamás.
Todos los temores pueden ser vencidos, podemos vernos como nuestra única esperanza en un momento de gran apremio, tenemos que ser valientes e inteligentes para librarnos de la oscuridad que impide que nos movamos y ante la que nuestro miedo nos deja expuestos. La catarsis llega a nosotros cuando hemos enfrentado y derrotado lo que antes nos causaba terror. Después pocas cosas podrán asustarnos. No hay, según mi opinión, sensación más gratificante que haber sido superiores y haber vencido al miedo.
No hay monstruos, fantasmas, invasores del espacio, ni brujas escondiéndose en la penumbra, la Beldam y sus creaciones tampoco están allí, pero ante las amenazas que se puedan cernir sobre nosotros y ensombrecer nuestras vidas, oscurecer nuestros corazones y hacernos sentir como en el fondo de una botella, nosotros mismos somos nuestra única salida.
Daniel Alejandro Nava Ortega
2do semestre (T.M.)


BIBLIOGRAFÍA
·         Cano Vela, A. y Pérez Valverde, C. (2003). Canon, literatura infantil y juvenil y otras literaturas (1st ed., p. 307). Ciudad Real: Universidad de Castilla-La Mancha, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
·         Gonzalbo Aispuru, P., Torres Septién, V., y Staples, A. (2009). Una historia de los usos del miedo (1ra ed., p. 223). México: Colección Centro de Estudios Históricos, Editorial El Colegio de México.
·         Howart, M. (2007). Under the Bed Creeping: A Psychoanalytic Approach to Gothicism in Children's Literature (Doctorado). Universidad de Luisiana Lafayette.
·         Jones, T. (2014). Baby and I were baked in a pie. En The Gothic Fairy Tale in Young Adult Literature: Essays on Stories from Grimm to Gaiman (1st ed., pp. 31-36). Jefferson: McFarland & Company, Inc.
·         Volpi, J. Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción (p. 43). Alfaguara, México: 2011
FUENTES ELECTRÓNICAS

·         Ala.org. (2016). Coraline | Awards & Grants. | Consultado el 7 Nov. 2016
·         Dictionary.com. (2016). The definition of beldam. | dictionary.com Consultado en 8 Nov. 2016
·         Ebert, R. (2016). Coraline Movie Review & Film Summary (2009) | Roger Ebert. Rogerebert.com. Consultado el 9 Noviembre 2016, from http://www.rogerebert.com/reviews/coraline-2009




[1] Gonzalbo Aispuru, P., Torres Septién, V., y Staples, A. (2009). Una historia de los usos del miedo (1ra ed., p. 223). México: Colección Centro de Estudios Históricos, Editorial El Colegio de México.

[2]The Book Job. Temporada 23, capítulo 6.
[3]Manera especial de actuar o trabajar para alcanzar el fin propuesto, del latín que significa modo de actuar, trabajar u operar.
[4] Este es el nombre del personaje en la novela original, significa ‘Una anciana, especialmente una fea; bruja’
[5] Volpi, J. Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción (p. 43). Alfaguara, México, 2011.

[6]‘‘Ayúdanos’’ escrito por la señora Jones en el espejo visto desde la perspectiva de la niña.