Adolf Wölfi

Adolf Wölfi
Pintura perteneciente a Adolf Wölfi

lunes, 5 de octubre de 2015

Sobre las cuestiones raciales en El signo del gato de Ray Bradbury

Z/N
Unidad Académica de Letras

Muchas son las publicaciones del escritor norteamericano Ray Bradbury, a quien reconocemos principalmente por Fahrenheit 451; ensayos, novelas, artículos y diversos cuentos, publicados de manera individual o en  recopilaciones conforman su legado.

El signo del gato,  una interesante antología de cuentos que por casualidades de la vida cayó en mis manos para convertirse en uno de mis libros favoritos, reúne desde sus publicaciones más antiguas hasta las más recientes. El tratamiento de temas comunes y cotidianos que esconden oscuras verdades no se agota.

Como es costumbre para el maestro de ciencia ficción, en cada uno de sus relatos es posible percibir la crítica a la modernidad, al mundo contemporáneo, y a sus resultados desfavoables. Es a través de puntos comunes que Bradbury desarrolla historias hasta el extremo, al punto de llegar a ser fantásticas. En ellas muestra diferentes aspectos  de la cultura norteamericana, la acción del individuo contemporáneo. El pensamiento y la sensibilidad del hombre moderno se ven develados a través de diversos artilugios retóricos.

Una de las cosas que hace especial la  recopilación es el prólogo. Escrito por el mismo Bradbury, podemos así entrar en un diálogo sin fronteras donde es posible saber más sobre sus historias y las motivaciones para escribirlas. Celebra su vitalidad, se jacta de su capacidad para escribir e imaginar nuevos mundos, nuevos horizontes que hacen soñar al lector y, sobre todo, cuestionar la realidad.

Una de sus denuncias es contra el racismo, enfermedad agravada en su país, recurrente en su prosa. A lo largo de varios  cuentos podemos ver cómo este fenómeno repercute en diversos núcleos sociales. Su gran aporte es la visión que se liga profundamente a las memorias de una infancia en Illinois.  Crisálida y Trasformación evidencian los atropellos cometidos en relación a personas de color. El primero es presentado de una forma infantil, tierna, conmovedora: un pequeño de color quiere ser blanco y un pequeño blanco quiere ser de color; en el marco de esta ingenuidad, un personaje nos recuerda la crudeza de la realidad y la presencia de los malestares en la trama social. El segundo es  muchísimo más agresivo: son los personajes lo que nos presentan el fenómeno en su máxima expresión. Una historia de abuso sexual hace que las cosas salgan de control. Esto desencadena los aspectos más salvajes del espíritu humano, como la venganza y la crueldad.

Si algo expone Bradbury es el miedo al otro ¿Por qué el hombre no es capaz de aceptar lo diferente? ¿Acaso la uniformidad es más importante que el sentido común?



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